Según nos relatan algunos historiadores, Alejandro fue retratado desde niño, cuando era príncipe heredero de Filipo II en Macedonia. De esta época conocemos alguna cabeza juvenil, como la que adornaba un cofre en la tumba de su padre. Después, él mismo se hizo figurar en un cuadro de esta tumba e, inmediatamente, comenzó su reinado y sus impresionantes campañas por el reino de Persia. Durante unos años, quiso inmortalizar sus facciones, de cara a sus súbditos, haciéndose representar en cuadros por Apeles, en esculturas por Lisipo y en gemas por Pirgóteles. Además, multiplicó la presencia de su perfil en innumerables monedas e hizo componer cuadros sobre sus hazañas bélicas. Sin embargo, las efigies más famosas de Alejandro fueron realizadas después de su muerte, cuando empezó a ser visto como un héroe legendario, e incluso como un dios: en el ‘Sarcófago de Alejandro’ destaca su figura ecuestre entre guerreros y cazadores, y en el ‘Mosaico de Alejandro’ se reconstruye, idealizada, una victoria sobre Darío III, su principal enemigo.
Miguel Ángel Elvira Barba Ha llevado a cabo toda su carrera docente en la Universidad Complutense de Madrid, donde es Catedrático de Historia del Arte.
Ha ocupado dos puestos de relevancia fuera de la universidad: entre 1997 y 1999 ha sido Jefe del Departamento de Conservación de Escultura y Artes Decorativas en el Museo del Prado, y entre 2000 y 2004 ha sido Director del Museo Arqueológico Nacional.
Su actividad científica y divulgadora se extiende en campos muy diversos, que abarcan las culturas de la Antigüedad Clásica (con particular incidencia en Grecia, Etruria y Roma), el arte bizantino y el coleccionismo de esculturas antiguas en los siglos XVII y XVIII.
Ha comisariado diversas exposiciones, nacionales e internacionales, ha publicado más de quince libros: Arte y mito. Manual de iconografía clásica (2008), Manual de Arte Griego (2013), Arte Etrusco y Romano. Del Tíber al Imperio universal (2017), Los mitos en el Museo del Prado en colaboración con Marta Carrasco (2018) y ha escrito unos 200 artículos, tanto de investigación como de ensayo.
Entre sus distinciones y títulos, cabe señalar que es Miembro Correspondiente de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla y del Instituto Arqueológico Alemán de Berlín.